Seguro que en más de una ocasión habréis oído a alguien argumentar, que estamos en manos del destino; en el sentido de que todo está escrito y no importa lo que hagamos con nuestra vida, porque las cartas están echadas, y al final todos calvos (en esto último, sí tienen razón). 
Se trata de personas deterministas y vencidas de antemano. Para ellas, es el destino quien decide qué, cómo y donde nos sucederán los acontecimientos de nuestra existencia. Si nos lo creemos, no nos queda otra, que asistir como testigos mudos y pasivos, al gran espectáculo de «ser vividos y devorados por nuestra propia vida«.  
Lamentablemente, en mi trabajo profesional, ese determinismo, es un obstáculo no siempre fácil de salvar. Por el miedo al cambio, muchas personas se aferran a esas creencias. Son creencias que germinan y toman cuerpo, en el proceso de socialización, aborregamiento o edu-castración, al que todos somos sometidos.
Según las corrientes deterministas, la sociedad impone sus reglas “para equilibrar los deseos e intereses individuales; puesto que si faltasen, los seres humanos desembocaríamos en un caos generalizado”, tal y como afirmaba Hobbes, cuando dijo que “el hombre es un lobo para el hombre”.
Es cierto que las corrientes espiritualistas del pensamiento, afirman que todos tenemos un Dharma, un destino en la vida, que hay que saber encontrar y recorrer. Pero en este concepto de destino, hay acción y búsqueda activa para conectarnos con la “fuente” de donde venimos.
Hoy quiero hablaros y compartir con vosotros, de una herramienta que se llama El CIRCULO DE INFLUENCIA, y que está diseñada, para revertir tan triste y estéril creencia.  
En esencia, consiste en lo siguiente. Imaginaos que en un papel, trazo un gran círculo y dibujo muchos puntos negros dentro de él; representando cada uno de ellos, las cosas que nos pueden pasar a lo largo de la vida.
Si ahora trazo un circulo más pequeño en su interior, muchos de esos puntos quedarán atrapados dentro. Pues bien, a ese círculo más pequeño (de color azul), es al que llamamos CIRCULO DE INFLUENCIA, porque contiene todos aquellos sucesos de nuestra vida (puntos) que nos pueden ocurrir, PERO SOBRE LOS CUALES SI PODEMOS INFLUIR.
Vamos a imaginar, que uno de esos puntos que se encuentra en el interior de nuestro circulo de influencia, es un gen diabético. Está claro que con nuestra conducta podemos influir en él. Si nos alimentamos correctamente, hacemos ejercicio de forma regular y cuidamos nuestra forma de vida, es muy posible que este gen no se active nunca, o si lo hace, es más que probable que lo haga cuando seamos muy mayores.
Si somos conscientes de nuestro círculo de influencia y nos dedicamos a trabajar en él, de forma lúcida y constante (a Dios rogando y con el mazo dando), nuestro poder para seguir ampliándolo irá en aumento.
Con el tiempo, lograremos ir reduciendo el “determinismo” inicial; siendo la consecuencia de todo ello, un mayor empoderamiento sobre nuestra vida, disminuyendo el margen del «destino», a cuotas razonables y perfectamente asumibles.