Como médico psiquiatra, vengo observando en los últimos años, que a muchas personas les resulta de lo más natural acudir a la consulta del especialista. 

Antaño, esa situación era vivida por parte de los pacientes, con ciertos sentimientos de vergüenza y culpa al no ser capaces por sí mismos, de resolver sus problemas. Otra razón, no menos poderosa, y que no se ha erradicado aún del todo; era y es, que nuestros “éxitos” profesionales  suelen trascender muy poco; porque en general, una persona que haya sufrido y superado una depresión, pongamos por caso, no suele hablar de ello por temor a ser estigmatizada, mientras que si le han operado de algo, es más probable que no tenga ningún inconveniente en comentarlo.

Hoy, afortunadamente, es cada vez más frecuente que las personas consulten por temas relacionados con el “campo de la salud” (separaciones, relaciones con los hijos, familias multiparentales, etc.). Se trata de personas que buscan asistencia psicológica desde la base del aprendizaje y por lo tanto, no hay que considerarles pacientes enfermos.Cuando la consulta se hace desde la enfermedad, lo que se busca es la curación, y ahí sí que podemos hablar con propiedad, de pacientes enfermos.

 
Los objetivos que hay que perseguir en todo proceso terapéutico, corresponden a determinados universales psicológicos que contribuyen al equilibrio integral de la persona.
 
Entre ellos, quiero destacar los siguientes:
 
1. DISMINUCION DE LOS MIEDOS BASICOS. Como he explicado en el post, ansiedad señal versus ansiedad traumática, el ser humano se encuentra siempre sometido a un “campo tenso” entre los miedos básicos (miedo a lo desconocido, miedo a perder lo conocido y miedo a la confusión) y la necesidad de enfrentarlos. Si no tuviéramos miedo a lo desconocido (por-venir), nunca lucharíamos por enfrentarlo. Si no tuviéramos miedo a perder lo conocido, nunca lucharíamos por conservar nada y si no tuviésemos miedo a la confusión, nunca lucharíamos por la claridad. Este objetivo, se centra en hacer abordables estos miedos, para no detener el proceso de cambio de las personas.
  
2.- HACER CONSCIENTE LO INCONSCIENTE. En el post,¿qué es la psicoterapia? Primera parte, afirmaba que una persona que sufre es una persona que está disociada o dividida. Seguía diciendo … trata de visualizar el psiquismo como un gran iceberg, donde lo que sale del agua y se ve, representa nuestro mundo consciente y es solo 1/3 del total. Los 2/3 restantes están debajo del agua y representan nuestro mundo inconsciente. Más adelante, continuaba diciendo que … se supone que el terapeuta es un experto en “bucear” en el inconsciente del paciente, tratando de encontrar y extraer todo lo disociado. Es como ir a la búsqueda y rescate de las fichas del puzzle de cada cual, sin las que es imposible completar el cuadro de contradicciones y conflictos que cada uno de nosotros somos. Se trata, básicamente de «asociar» lo «disociado» del psíquismo de cada persona.
 

3.- AYUDAR A LA MOVILIDAD DE ROLES. Ya he hablado en el post, juegos en los que participamos. Drama versus melodrama, de la importancia de “movernos” en distintos roles a lo largo de la vida. Todos podemos ser en un momento dado, víctimas y verdugos, maduros e inmaduros, niños o adultos. Esa movilidad de roles es muy sana y democrática (se llama drama), lo malo es cuando uno se “especializa” y aferra a un determinado papel yendo por la vida de niño, de víctima o de lo que sea (eso son los melodramas).Como todos tenemos resistencia al cambio, tratamos de asirnos a aquellos melodramas que nos funcionan, y en general, siempre acaba por aparecer el cómplice que necesitamos para poder vivirlos. Se vuelve fundamental, como criterio de salud mental, conquistar la «democracia dramática».

 
4.- FAVORECER LA RECREACION DE IDEOLOGIAS. En el post titulado la realidad no existe, existen formas de ver la realidad, ya he hablado de las creencias. Si las creencias constituyen el ideario de cada uno, resulta obvio, que para crecer hay que ser capaz de enriquecer nuestra perspectiva. Sabemos que la ideología es la parte de la realidad que “seleccionamos y admitimos” como absolutamente cierta (se comporta como un mito). Si nos aferramos en exclusiva a nuestro punto de vista, resultará muy fácil caer en las terribles simplificaciones (ver post). Aquí también se hace imprescindible conquistar la «democracia ideológica».