Esta foto titulada «las familias«, está constituida por formas naturales sociales que configuran dos grupos familiares. Ambos delimitan el espacio, como forma biológica primaria de reacción de sobresalto frente a la naturaleza hostil (fuerte ráfaga de aire junto al acantilado).

Como vehículo expresivo predominan los cuerpos y la distribución del espacio. 

Como relaciones entre las formas destaca la fuerte complementariedad madre-hijo de máxima protección y contención (la madre a pesar de tener las piernas y la pelvis adelantadas y estar embarazada, logra «dar cabida» al niño, cerrando un vínculo simbiótico-contenedor), mientras que el otro grupo familiar, no logra consolidar un círculo defensivo y más bien se sugiere un enmarañamiento sin cohesión de grupo (expresando temor en la configuración de su espacio).

En cuanto al espacio, el manejo de la altura es diferente: la mujer embarazada se mantiene erguida, sugiriendo un mayor control yoico de la situación, con un código intraespecie de protección de la prole. El otro grupo familiar pierde altura, se despliega en círculo y cunde el pánico buscando alturas más regresivas al quebrarse la verticalidad de sus miembros. Miran al suelo como seguridad ancestral y referencia segura.

Sabemos que los elementos yoicos están simbolizados en las «zonas altas» (observación, vigilancia, estrategia), mientras que en las «zonas bajas» predominan los procesos más regresivos y emocionales.

En la foto, se delimitan claramente dos configuraciones: la mujer embarazada con su hijito, configura una linea vertical y el grupo familiar sugiere la formación de un círculo que confluye en la niña, apartándose del abismo que supone el acantilado (sálvese quién pueda).

Se trata de una imagen cargada de tensión-movimiento: la mujer embarazada sigue la  deambulación con un movimiento de torsión expresado por la posición en planos distintos de los centros de equilibrio (pelvis adelantada y hombros más atrasados). En el grupo, hay mayor movimiento. El niño, guiado por la madre, inicia la marcha sin tensión conectado con su núcleo del Yo. La madre muestra una gran torsión corporal, con la mitad superior del tronco buscando apoyo y la otra mitad disociada en plano diferente.

En la niña hay una fuerte tensión muscular y en el abrazo del padre se refleja una gran oposición de formas, puesto que el abrazo puede ser de protector o de necesidad de ser protegido.

Como estudio semiológico, es importante destacar la existencia del acantilado y el viento, como símbolos de las fuerzas incontroladas de la naturaleza.

La foto es interesante porque fue espontánea. Los seis protagonistas iban paseando junto al acantilado, cuando de pronto fueron alcanzados por una fuerte ráfaga de viento. En ese mismo instante cada grupo familiar se dividió como respuesta de protección ante la hostilidad natural. La mujer embarazada con el niño en brazos, constituye una familia y el matrimonio y los dos niños se conforman como grupo aparte.

Ante un estimulo hostil cada persona de la fotografia ha respondido de una manera peculiar. Ha habido una «dinámica vincular» que nos habla de ellos y de la relación entre ellos.

¿Qué nos llama más la atención en esta fotografía? Seguramente el contraste entre la serenidad y protección de la madre al hijo (contiene y abraza al niño, cerrando un círculo contenedor, a la vez que se vincula con una mirada de petición de ayuda hacia el que está haciendo la foto que es su marido). En el otro grupo hay confusión. Todos convergen hacia la niña, el padre no se sabe si protege o se protege y la mujer no encuentra soporte en el hombre, mientras el pequeño escapa.