COPAS

CONCEPTO DE POLARIDAD

La polaridad incorpora la verdad de que todas las cosas manifiestas tienen «dos lados», «dos polos», un «par de opuestos», con múltiples grados entre los dos extremos.

Tomemos en el plano físico, el ejemplo del calor y el frío que son idénticos en naturaleza (temperatura), pero distintos en grado. El termómetro marca muchos grados de temperatura, llamando al polo más bajo «frío» y al más elevado «calor». Entre ambos polos hay muchos grados de «calor» y de «frío». No hay ninguna norma absoluta que me indique donde empieza el calor o el frío.

En el plano mental «bueno y malo» son considerados como diametralmente opuestos, diferentes e irreconciliables, pero al aplicar el principio de polaridad, nos daremos cuenta que no existe la bondad o maldad absoluta. Los dos términos son los polos de la misma cosa. Empezando en cualquier punto de la escala, siempre encontraremos «más bondad» o «menos maldad» conforme ascendamos por ella, y «menos bondad» y «más maldad» en cuanto descendamos. Por lo tanto hay grados relativos de bondad y de maldad.

La polaridad constituye el problema central de la existencia del ser humano y en esa medida, se hace fundamental trabajarlo en psicoterapia.

Al decir YO, el hombre se separa de todo lo que percibe como ajeno al YO: todo pasa a ser TÚ y desde ese momento queda preso de la polaridad YO-TÚ.

LA DUDA PERMANENTE

Nuestra conciencia (ego) es absolutamente dual e incapaz de imaginar la UNIDAD o el TODO. La conciencia nos escinde el Universo en parejas de contrarios creándonos un conflicto inquebrantable, porque nos obliga a diferenciar y decidir continuamente.

ES VITAL RECONOCER QUE LO POLAR NO ES EL MUNDO, SINO EL CONOCIMIENTO QUE NUESTRA CONCIENCIA NOS DA DE ÉL

Siempre tenemos dos posibilidades de acción, pero solo podemos realizar una. En cada acción queda sin realizar la contraria. Tenemos que elegir y decidir entre trabajar o no hacer nada, tener hijos o no tenerlos, ser vegetarianos o no serlo … el tormento y la duda de la elección nos persiguen constantemente.

LA NECESIDAD DE ELEGIR

Cuando alguien dice «Yo», esa palabra encierra una serie de características: «mujer, madre de familia, trabajadora, de raza blanca, ecologista, que le gusta cocinar, etc.«. A cada una de esas características le precedió una decisión y se optó por una posibilidad descartando su contraria. Es decir, se identificó con un polo descartando su contrario (si soy trabajadora descarto ser vaga). Por tanto, de cualquier identificación surge una valoración (ser trabajadora es bueno) de acuerdo al sistema de creencias que se tenga incorporado.

Como hay que decidirse, procuramos que al menos nuestra decisión sea la «correcta» y para ello necesitamos de un sistema de creencias o cánones de valoración. Con esas creencias las decisiones ya son mucho más fáciles puesto que trabajamos para mantener a nuestras familias, tenemos hijos para la perpetuación de la especie, somos vegetarianos para mejorar la salud, etc. Por fin, nos encontramos tranquilos porque estamos haciendo lo «correcto».

El problema surge cuando nuestro sistema de creencias está continuamente cuestionado por otras personas que optan en cada caso, por la decisión contraria. Decisión que justifican con otro sistema de creencias, y es ahí donde nos planteamos: ¿Quién tiene razón? ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo malo? ¿Qué es lo bueno? … ¡Dios mío cuanta confusión!

HAY QUE ACEPTAR QUE TODAS LAS POSIBILIDADES SON IGUAL DE BUENAS Y VERDADERAS O IGUAL DE MALAS Y FALSAS

La solución no está en hacer dilemas (es esto o aquello) sino en hacer dialécticas (puede ser esto o aquello al mismo tiempo). Vamos a imaginar a un hombre, que según su sistema de creencias, pensaba que «debería divertirse siempre con su mujer y si eso no era así, estaba claro que su matrimonio no funcionaba bien«. Nuestro hombre, como consecuencia de sus creencias, se obligaba continuamente a jugar al tenis con ella, aburriéndose mucho dada la diferencia de nivel. Todo ello le provocaba un conflicto, porque en su mente se generaba el dilema de que si se aburría con ella, era la prueba irrefutable de que no la quería suficiente; en vez de generar la dialéctica de que las dos cosas eran ciertas: se aburría con ella jugando al tenis, PERO también la quería mucho.

Cualquier creencia forma parte de la UNIDAD y por tanto su existencia está justificada, porque sin ella el TODO no estaría completo. Por eso la inhalación depende de la exhalación, el bien del mal y la salud de la enfermedad.

LA POLARIDAD SON DOS ASPECTOS DE LA MISMA REALIDAD

Para poder contemplar cualquier UNIDAD, siempre la tenemos que dividir en dos polos que solo podremos visualizar de forma sucesiva (primero uno y luego otro). Es lo mismo que ocurre al leer un libro. No lo podemos «leer de golpe» (simultáneamente), sino que tenemos que ir leyendo los capítulos (sucesivamente). De esa «sucesión» nace el concepto de tiempo. Concepto que debe su existencia, al carácter bipolar de nuestra conciencia.

En el dibujo que encabeza este artículo, se muestra claramente el problema de la polaridad y la necesidad de decidir en todo momento. Aquí la polaridad se plantea como «caras o copas». Ver unas u otras dependerá de si decidimos poner en primer término la superficie blanca o la negra. Las dos formas están presentes simultáneamente, pero solo las puedo visualizar sucesivamente.

No puedo ver la UNIDAD o el TODO simultáneamente (las caras y las copas a la vez), pero si puedo ver el TODO sucesivamente (primero las caras y después las copas, o al revés).

LA SOMBRA

Ahora bien, con cada identificación, que se basa en una decisión, se descarta un polo. Pero lo descartado; que es todo aquello que NO QUEREMOS SER, ni ver, ni admitir en nuestra identidad, va formando nuestro negativo o SOMBRA. Esto es así, porque el rechazo de la mitad de nuestras posibilidades no las hace desaparecer sino que solo las destierra de nuestra conciencia. El polo descartado vive desde ese momento en nuestra sombra.

SIEMPRE QUE AFIRMO «YO SOY ESTO», ESTOY DICIENDO «YO NO SOY AQUELLO», Y TODAS ESAS NEGACIONES NUTREN A MI SOMBRA 

Así pues, nacemos como UNIDAD y nos transformamos en POLARIDAD. Esto exige que nos identifiquemos con un polo descartando el contrario. Debemos ser, según lo que dicte nuestro grupo de pertenencia; siempre amables, generosos, intelectuales, éticos, sociables, etc. Aquellos aspectos que no encajen con el sistema de creencias en el que estamos inmersos, serán sencillamente rechazados, reprimidos y «enviados» a la sombra. ESTA SERÁ LA DEPOSITARIA DE TODO LO QUE NO «PODEMOS» SER, PERO SOMOS.

LA «MALA» SOMBRA

Con todos esos «desechos» de nuestra identidad oficial, que no tienen cabida «legal» en nuestra vida, y que son «depositados» en la sombra; constituimos nuestro Frankenstein o «alter ego» particular. Crearemos personajes que andarán sueltos por la vida a modo de zombis, habitando una falsa identidad y cuya misión principal será la de «reprimir» todos aquellos aspectos, que por nuestras creencias sean inadmisibles en nosotros.

Por ejemplo, si no se nos ha permitido la manifestación de la más  mínima muestra de desacuerdo o rabia, crearemos el personaje del «hombre bueno y sumiso» (los «buenísimos son «peligrosísimos»  porque están «cabreadísimos», por haber tenido que «tragar» mucho para ser queridos). Si hemos sido educados en la represión sexual por ejemplo, es más que probable que nos convirtamos en defensores extremos de la moral pública y privada, y así sucesivamente.

Tendrán pautas de conducta muy fijas que atraerán como verdaderos imanes a sus complementarios. Así, siempre que haya un sádico, habrá un masoquista, siempre que haya una madre, aparecerá un hijo … se irán consolidando diferentes melodramas.

Serán personajes sin fisuras, profundamente reprimidos y en peligro constante de «explotar». Todos hemos oído hablar de personajes públicos; que en un momento dado, gozando de un determinado prestigio, se vinieron abajo al no poder controlar su sombra. Antes o después, se cumple el dicho de «dime de qué presumes y te diré de que careces«.

TENER SOMBRA ES NORMAL Y ESTA, PUGNA POR VOLVER A NOSOTROS, PARA ASÍ COMPLETARNOS

Lo que ocurre en realidad, es que en vez de enfrentarnos a nuestra propia oscuridad, la proyectamos en los demás, y lo que juzgamos o rechazamos del otro, es lo que menos nos gusta de nosotros mismos.

LA INTEGRACIÓN DE LA SOMBRA

La psicoterapia debe ayudar a aprender a gestionar la dualidad luz-sombra, y a «recuperar» lo proyectado en los otros, enseñándonos a ver al «otro», como un espejo en qué mirarnos, y así aprender a aceptar e incorporar la parte de nuestra sombra que «hemos depositado» en él.

Es absolutamente crucial para nuestro destino físico y espiritual, aceptar, integrar y transformar nuestro lado oscuro o sombra, para poder vivir de forma plena. Cuando dejamos conflictos internos sin resolver y aniquilamos emociones, alimentamos a la sombra, y antes o después, estaremos abocados a comportamientos autodestructivos. Por eso Jung decía: «prefiero ser un hombre completo, que un hombre bueno».

Soy consciente de que muchos de los conceptos aquí expresados no son fáciles de comprender, por eso os dejo este magnífico documental llamado EL EFECTO DE LA SOMBRA, que espero contribuya a una mejor comprensión de lo expuesto. Está dirigido por Scott Cervine y en él, intervienen personajes de la categoría de Deepak Chopra, Marianne Williamson y Debbie Ford entre otros.

Quiero acabar con las siguientes palabras del magnifico sabio y psicólogo Carl Gustav Jung, que dicen así:

«Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz, sino haciendo consciente la oscuridad. Lo que se hace consciente, se manifiesta en nuestras vidas como destino. No hay luz sin sombra, ni totalidad psíquica exenta de imperfecciones. Para que sea redonda la vida, no exige que seamos perfectos, sino completos; para ello se necesita la espina de la carne y el sufrimiento de defectos, sin los cuales no hay progreso ni ascenso»