El motivo de este post es el de informaros que el jueves, 29 de noviembre a las 6 de la tarde, en la Fundación San Patricio que está situada en la c/ Serrano 200 (se entra por la calle Sil 25), de Madrid, daré una conferencia con el títuloinfelicidad: la única enfermedad. La entrada es libre.
Hablaré de cómo, cuando y porque he llegado a la conclusión de que la infelicidad sintetiza muy bien el malestar generalizado de esta época.

Existe un nada despreciable porcentaje de personas, que sin estar clínicamente deprimidas, «languidecen» en una vida vacía o citando a Thoreau, «viven una vida de serena desesperación». 

Durante la 2ª mitad del siglo XX, la psicología y la psiquiatría han estado obsesionadas con la enfermedad, los trastornos y los aspectos negativos de la vida. Es decir, han estado centradas en ayudar a las personas a curar sus puntos débiles y su patología. 

   Como se dice ahora en tantos libros de Management y autoayuda, la psicología se ha pasado más de medio siglo, centrándose en las debilidades del ser humano, mientras se ha olvidado por completo de sus fortalezas.
Ha sido en la última década, cuando ha irrumpido con fuerza la llamada psicología positiva; que estudia las condiciones que favorecen el desarrollo de las personas, las organizaciones y las comunidades (centrándose es fomentar la salud y las fortalezas). En realidad es la ciencia de la felicidad y el bienestar. Es la psicología de lo que hace que la vida merezca la pena de ser vivida.
Gracias a que las mal llamadas medicinas alternativas han entrado por fin en las Universidades, se ha empezado a prestar atención a muchas técnicas milenarias de sanación, que actúan directamente sobre el cerebro emocional, y sobre las cuales os daré algunas pinceladas (el tiempo no da para todo).

Os hablaré también de «la solución al 40 por ciento«. Según los estudios de Sonja Lyubomirsky, Ken Sheldon y David Schkade, profesores de la Universidad de California en Riverside; el 50% de nuestra felicidad viene determinada genéticamente, solo el 10% depende de las circunstancias externas a nosotros y el restante 40% varia con nuestro comportamiento. Ese 40 % es el margen de maniobra del que disponemos para aumentar o disminuir nuestro nivel de felicidad, a través de lo que PENSAMOS y HACEMOS en nuestra vida cotidiana. Siempre tranquiliza pensar que tenemos la opción de maximizar ese 40 por ciento.

Os dejo este breve trailer-presentación sobre la conferencia.